El cuerpo primero habla, luego susurra y finalmente grita, haciendo síntoma se hace oír, manifestando todo eso que reprimimos, que negamos, que no ponemos en palabras.
En cada síntoma hay una carga emocional, todos nuestros temores, miedos, angustias y ansiedades no elaboradas se manifiestan somatizándose.
Vivimos tan rápido, donde todo es urgente, la era de la prisa, generando esto una ansiedad que desborda y se hace sentir.
La mente insiste en recordarnos lo que nos falta hacer en el día a día, exigiendo más y más, generando cuadros de estrés agudo, para luego hacer síntomas.
La medicina tradicional se enfoca en el órgano a curar, no teniendo en cuenta las situaciones que pudieron general tal dolor, desde cansancios, tristezas, duelos, etc y así pasamos de órgano en órgano, de especialista en especialista y con el medicamento de turno, sin preguntarnos qué emociones estancadas generaron tal o cual síntoma.
Me sorprendo día a día en el consultorio con la descripción de los dolores que comienza la sesión y su recorridos Clínico , cuando entramos en terreno afectivo- emocional se desencadenan angustias donde dejan de pensar en el síntoma por el que se consulto y comenzamos el recorrido de vivencia, recuerdos, tristezas y perdidas, y ese síntoma que los condujo a hablar pierde fuerza, dándole espacio al discurso.
Es importante y relevante poder identificar cada dolencia, en que momento se manifiesta y conectar con la posibilidad de preguntarte qué hay detrás de ese dolor, que es lo que simbólicamente, te viene a decir, qué cuestiones hay que trabajar y elaborar para resolver y así poder aliviar desde la palabra esas emociones negadas o reprimidas.
Frenar la máquina de pensar para pensar desde otro lugar sin prisa y con palabras, con decir, sin proyectar en nadie eso que te pasa, sin negar más.
La angustia y la ansiedad es un motor que te invita a una pregunta, anímate a buscar las respuestas.