Cuando nos disponemos a pensar en la palabra PERDIDAS, seguramente lo primero que viene a la mente es la pérdida de un ser querido, pero si nos detenemos unos instantes, sabemos que en la vida hay cantidad de perdidas posibles, como podría ser una pérdida laboral, un amor, pérdida de esa/e que alguna vez fuimos y dejamos atrás por los ciclos de la vida.
Son tantas las perdidas que atravesamos en nuestro camino, en nuestra vida, cada una de ellas nos dispondrá a un duelo de mayor o menor intensidad y a un ser que devendrá luego de atravesar ese duelo.
En cada una de estas perdidas aparecerá un nuevo crecimiento que conlleve un aprendizaje y con él, una hermosa posibilidad que solo vamos a poder reconocer y disfrutar luego de transcurrido cierto tiempo. Cuando podamos visualizar desde otra perspectiva y con otra mirada.
Cuando perdemos algo o alguien y vivimos el dolor de aquello que ya no esta o que ya no tenemos, no podemos ser los mismos que dejamos atrás, el dolor nos cambia la posición ante la vida, el dolor nos posiciona.
Cuando hablo de DUELO me escriben relatando lo difícil que es vivir ese tránsito por la vida; siempre será difícil sobrellevar el dolor, no hay otro camino que transitarlo, no hay tiempos cronológicos exactos para que esto alivie, siempre serán tiempos de maduración propia que tendrán que pasar para sanar esas heridas, heridas que dejarán cicatrices.
Hay perdidas que son inesperadas y otras que son por elección, las primeras nos sorprenden, nos desestabilizan, generando un gran movimiento emocional interno, nos angustian y nos desgarran, teniendo la sensación de injusticia por lo ocurrido, el dolor se hace insoportable, comenzando a transitar el duelo a partir de eso inesperado.
Cuando elegimos perder algo o alguien, el duelo es previo a esa elección, ya que en el proceso que nos lleva a elegir atravesamos, en ocasiones, todas sus instancias, aquello que elegimos perder nos alivia ya que lleva cierto tiempo interno de proceso para poder tomar la decisión.
En ambos casos el cambio propio es inminente, sabiendo que no será sin un duelo que vendrá y nos atravesará con todas sus etapas para volver a encontrarnos.
Pensar en cada pérdida como posibilidad es una herramienta maravillosa a utilizar, aguardando aquello que madurará en mi interior para poder así, volver a empezar!