Sabrina, entro a la consulta, con una angustia que desbordaba, que no podía contener, lloraba sin consuelo.
Me sorprendió al verla, comenzamos la sesión casi sin poder hablar, cuando logra poner palabras a tanta carga de tristeza lo hace diciéndome que tiene gran dolor en el pecho, que tiene sensación de ahogo, no puedo respirar…
Intente calmarla explicando que eran síntomas debidos a la angustia que estaba sintiendo y que por favor intentara ponerle palabras a lo que le estaba ocurriendo.
-Me dijo que ya no me quiere….
Estábamos trabajando una crisis matrimonial, replantándose cuestiones en sus respectivos espacios terapéuticos.
-Se quiere ir de casa, dejo de quererme, dijo que no siente lo mismo, que necesita espacios propios, quiere pensar…
No había registro en su discurso más allá de la posibilidad de que estaba siendo “abandonada”.
Cuando el amor se manifiesta en el formato de necesidad, de ilusión y de fantasía de incondicionalidad es hace difícil visualizar la vida propia sin un otro, sin ese “otro” que otorga falsa seguridad de perpetuidad.
El amor adulto y maduro funciona desde el deseo de ambos en querer estar juntos, poniendo cada día, cada uno, algo para que la relación pueda continuar, pero las posibilidades de dejar de amar, existen.
Más allá y más acá de ese amor, está el amor y la dignidad en uno mismo, cuando esto se transforma en una demanda permanente se pierde gran parte de lo propio para poner toda mi energía en alguien más.
Ella/ el solo son compañeros de ruta, no son la totalidad de tu vida, jamás.
La desilusión y la aceptación de esto duelen y mucho, pero duele por las expectativas que se le pusieron a esa relación , tal vez más de las que tenes en tu vida.
Antes de poder proyectar con alguien más, proyéctate vos, estando con alguien solo por elección y no por dependencia.